TNH 1.1.07.07

Traducción (por revisar)

Esta aplicación de ideas más allá de su naturaleza-·esto es, el que sean usadas universalmente aunque en su propia naturaleza sean particulares·- viene de que unamos todos sus grados posibles de cantidad y cualidad, en una manera burda que sirve para los propósitos cotidianos. Esta es la segunda proposición que me propuse explicar ·en mi crítica inicial del argumento del "dilema". Cuando hemos encontrado una semejanza entre un número de objetos que encontramos regularmente, aplicamos un solo nombre a todas ellas, sin importar las diferencias que podamos observar en los grados de su cantidad y cualidad, y sin importar otras diferencias que puedan aparecer entre ellos.2

2Es obvio que ideas diferentes -aún las simples- pueden tener un parecido o semejanza unas con otras; y el aspecto en el que sean parecidas no necesita ser distinto o separable de los aspectos en que difieran. El azul y el verde son ideas simples diferentes, pero son más semejantes que el azul y el escarlata; aunque su perfecta simplicidad hace posible separar o distinguir su aspecto de semejanza. Lo mismo se sostiene para sonidos, sabores y olores particulares. Estos pueden parecerse en incontables modos, tomándolos como un todo, sin tener ninguna característica ·separable· en común. Y podemos estar seguros de este punto general considerando la frase abstracta "idea simple". Esto cubre todas las ideas simples, y éstas •se asemejan unas a otras en que son simples todas ellas. Aunque precisamente porque son simples, y por ello no tienen complejidad ni están compuestas, este •aspecto en el cual ellas son todas parecidas no es distinguible o separable del resto. Es el mismo caso con los diferentes grados de una cualidad: ellos son todos parecidos, y aún así la cualidad en cualquier individuo no es distinta del grado-·no podemos, incluso en el pensamiento- separar lo azul brillante de una cosa en dos componentes, uno de los cuales es el simple azul.

Bennett

This application of ideas beyond their nature—·that is, their being used universally although in their own nature they are particular·—comes from our bundling together all their possible degrees of quantity and quality, in a rough and ready way that serves for everyday purposes. This is the second proposition I proposed to explain ·in my initial criticism of the ‘dilemma’ argument· . When we have found a resemblance among a number of objects that we often encounter, we apply a single name to all of them, whatever differences we may observe in the degrees of their quantity and quality, and whatever other differences may appear among them.2

2
It is obvious that different ideas—even simple ones—can have a similarity or resemblance to each other; and the respect in which they are alike need not be distinct or separable from respects in which they differ. Blue and green are different simple ideas, but they are more alike than are blue and scarlet; though their perfect simplicity makes it impossible to separate or distinguish their respect of similarity. The same holds for particular sounds, tastes, and smells. These can be alike in countless ways, taking them as wholes, without having any ·separable· feature in common. And we can be sure of this general point by considering the very abstract phrase ‘simple idea’. This covers all simple ideas, and these •resemble each other in that they are all simple. Yet precisely because they are simple, and thus have no complexity or compoundedness about them, this •respect in which they are all alike is not distinguishable or separable from the rest. It is the same case with the different degrees of a quality: they are all alike, yet the quality in any individual is not distinct from the degree—·we can’t, even in thought, separate a thing’s bright-blueness into two components of which one is mere blueness·.

Viqueira

Esta aplicación de las ideas más allá de su naturaleza procede de la reunión de todos sus grados de cantidad y cualidad de una manera imperfecta, pero que puede servir para los propósitos de la vida, lo que constituye la segunda proposición que yo me propongo explicar.* Cuando hemos hallado una semejanza entre varios objetos y que frecuentemente se nos presenta, aplicamos el mismo nombre a todos ellos, cualesquiera que sean las diferencias que podamos observar en los grados de su cantidad y cualidad y todas las demás diferencias que puedan aparecer entre ellos. Después que hemos adquirido un hábito de este género, la audición de este nombre despierta la idea de uno de estos objetos y hace que la imaginación lo conciba con todas sus circunstancias y proporciones determinadas. Pero como la misma palabra se supone que ha sido aplicada frecuentemente a otras representaciones particulares, que son diferentes en muchos respectos de la idea que se halla inmediatamente presente al espíritu, y no siendo la palabra capaz de despertar la idea de otras representaciones particulares, toca tan sólo al alma, si se nos permite hablar de este modo, y despierta el hábito que hemos adquirido considerándolas. No están éstas realmente de hecho presentes al espíritu, pero sí solamente en potencia; no podemos representárnoslas claramente en la imaginación, pero somos capaces de considerar fácilmente alguna de ellas cuando lo exija un designio o necesidad presente. La palabra despierta una idea individual y al mismo tiempo un cierto hábito, y este hábito produce cualquier otra idea individual que podemos tener ocasión de emplear. Sin embargo, como la producción de todas las ideas a las que el nombre puede ser aplicado es, en los más de los casos, imposible, abreviamos este trabajo por una consideración más parcial y hallamos que no surgen más que pocos inconvenientes, de esta simplificación, en nuestro razonamiento.

* [Del apéndice] Es evidente que aun las ideas simples diferentes pueden presentar entre sí una similaridad o semejanza, pero no es necesario que la nota o circunstancia de semejanza sea distinta o separable de aquello en que difieren. Azul y verde son dos ideas simples diferentes, pero son más semejantes que azul y escarlata, aunque su simplicidad total excluye toda posibilidad de separación o distinción. Sucede lo mismo con los sonidos, sabores y olores particulares. Estos admiten semejanzas infinitas partiendo de su apariencia general y comparación sin tener una circunstancia idéntica en común. De esto podemos estar ciertos, aunque no sea más que por los términos abstractos de idea simple. Comprende todas las ideas simples bajo sí. Estas se asemejan entre sí por su simplicidad, y por la misma naturaleza que excluye toda composición la circunstancia en que se asemejan no es ni distinguible ni separable del resto. Sucede lo mismo con todos los grados de una cualidad. Son semejantes todos y, sin embargo, la cualidad en cualquier individuo no es jamás distinta del grado.

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