Hasta ahora hemos visto cómo Hume a demostrado, aunque quizá, no completamente, cómo es que nuestro entendimiento pasa de las cuestiones de causa a los "probables" efectos que acontecen en nuestra vida diaría. En este sentido es pertinente decir que, finalmente, nuestra inteligencia humana es limitada, para Hume, puesto que no podemos conocer con exactitud el núcleo causal o la idea de conexión necesaria que se halla entre la causa y el efecto. Más bien, lo que estamos "acostumbrados" a hacer, es entablar estos mediante el hábito, ignorando ese punto intermedio, porque de otra forma el orden que se tiene previamente establecido en el mundo se colapsaria, quizá, aunque no necesariamente.
De esta manera, y desde mi opinión, Hume contempla también la posibilidad de que la materia por si misma, los fenómenos y las observaciones que llevamos a cabo a través de la experciencia, no sostienen por sí mismos una propiedad inherente que implique que si sucede "x", entonces acontezca "y", porque todo esto se funda en un sentimiento de creencia, como ya bien hemos visto durante el curso y de ser esto así, por lo tanto el ser humano es un creyente es su andar cotidiano, pero esa creencia es lo que le permite seguir preguntandose por aquello que, de momento, no puede comprender.
Entonces, relacionando el sentimiento de creencia que poseemos sobre la causa y el efecto, mediante nuestro hábito, con la libertad, parece que ni siquiera en eso podemos ser libres, si tomamos en cuenta a la libertad en su expresión más cotidiana, es decir, en la libertad de poder movernos o no mediante nuestra voluntad, puesto que no podemos pasar, en nuestro entendimiento, de una causa a un efecto, comprendiendo ese eslabón que las une.
Sin embargo si tomamos la libertad en su asepción más reflexiva, filosóficamente hablando, como una "libertad absoluta", somos libres de hacer, o no hacer, casi cualquier cosa. Pero aún en ese límite de nuestra libertad no debemos olvidar de que nunca seremos libres de continuar conociendo, al menos no en vida.
Y parece entonces que aparte de vivir en constante libertad, gracias a nuestra libertad, también vivimos en una constante libertad absoluta, así como en una no-libertad absoluta, que, finalmente, no es un Creador, el cual dicatmina como debemos ser-en-el-mundo, sino más bien nuestra propia inteligencia, voluntad, decisión y sentimientos. O al menos eso es lo que opino, antes de que entremos a otro tema y aunque quizá, sea un poco tarde para hablar de este.