Daniel Luna
Humberto Ramos
Ingrid Villalobos
Irving Herrera García
Ricardo Hernández
Tezkoatl Perez
La tesis que Hume defiende en la sección XIV de la parte III, es que, dado que no tenemos idea alguna que no se derive de una impresión, si afirmamos tener realmente una idea de necesidad debemos encontrar alguna impresión originaria de esta idea. Generalmente se supena la necesidad en los objetos que tienen que ver con nuestras impresiones de causa y efecto, que son contiguos en tiempo y lugar. Hume muestra que cuando la mente ve un objeto, se ve determinada por costumbre a atender a su acompañante habitual. Así, al haber observado numerosas suceciones de eventos “A luego B”, al observar un evento A, la mente, por costumbre, espera un evento B.
La eficacia y el poder de las causas provocan la conexión entre el efecto y la casua, dando la idea de conexión necesaria, así, el problema constante es el de encontrar la verdadera razón de la conexión. La eficiencia, acción, poder, fuerza, energía, necesidad, conexión, y cualidad productiva son aproximadamente sinónimos, por lo que es absurdo emplear uno de ellos para definir los demás, es decir que cualquiera de estos términos a la eficacia de la conexión. Hume concluye que debe haber en alguna parte un poder capaz de producir dicha conexión; con lo que, mediante este razonamiento, acabamos por llegar a la idea de poder y eficacia.
Hay dos puntos que debemos atender antes de adentrarnos en los argumentos a favor de la tesis de la conexión necesaria. Primero, que la razón no puede nunca engendrar por sí sola una idea original; y, segundo, que la razón, en cuanto distinta de la experiencia, no podrá nunca llevarnos a concluir que para cada comienzo de existencia sea absolutamente necesaria una causa o cualidad productiva. La razón no puede originar nunca la idea de eficacia, esa idea deberá derivarse de la experiencia.
Las ideas siempre representan a sus objetos o impresiones, así que es necesario que para que una idea se origine, exista algún objeto. Así, el argumento de las ideas innatas queda totalmente refutado.
Muchos de los filósofos anteriores a Hume han tratado de explicar la energía secreta de las causas. Sostienen que los cuerpo actúan por su forma sustancial; otros por sus accidentes o cualidades, por su materia y forma, forma y accidentes, pero ninguno de ellos tiene consistencia ni evidencia alguna. Por eso concluye que es imposible dar un solo ejemplo en que pueda mostrarse el principio en que se encuentra la fuerza y actividad de una causa, y que los entendimientos más refinados y más vulgares se encuentran igualmente perdidos a este respecto.
Teoría Cartesiana
La materia es totalmente inactiva y privada de todo poder con el que producir, continuar o comunicar movimiento. Es por lo tanto la Divinidad es el primer motor del universo, y quien no sólo ha creado en un principio la materia y dado el impulso original, sino también conserva la existencia gracias a su omnipotencia. Los cartesianos siguieron recurriendo a una teoría de ideas innatas.
Principios acerca de la conexión necesaria
Resulta imposible que tengamos idea alguna de poder y eficiencia a menos que puedan mostrarse algunos ejemplos en que este poder se perciba ejerciéndose por sí mismo. La suposición de una divinidad no puede servirnos de ayuda alguna para dar razón de esa idea de actividad (conexión).
Si toda idea tiene que derivarse de una impresión, la idea de una divinidad procede del mismo origen; y si no hay una impresión de sensación o reflexión que implique la fuerza ni eficacia alguna, resulta igualmente imposible descubrir o imaginar siquiera un tal principio activo en la divinidad.
La misma conclusión se sigue necesariamente de la hipótesis de quienes sostienen la eficiencia de las causas segundas y atribuyen a la materia un poder y energía derivados, sí, pero reales. Esta energía no reside en ninguna de las cualidades conocidas de la materia.
Teoría Berkeleyana
Esta teoría dice que podemos adquirir la idea de poder o energía en nuestra propia mente y transferimos esa cualidad a la materia cuando no podemos descubrirla inmediatamente. Esto porque los movimientos de nuestro cuerpo, pensamientos y emociones obedecen a nuestra voluntad, por lo que no es necesario más para adquirir una noción de fuerza o poder.
Refutación de Hume:
Siguiendo el principio básico de que toda idea deriva de una impresión, Hume responderá:
I
1.Si la voluntad es la causa, su conexión con sus efectos no es más visible que la que cualquier otra causa tiene con su efecto.
2.El dominio que la voluntad tiene sobre nuestra mente no es inteligible
3.El efecto es separado de la causa y no puede ser previsto sin la experiencia de su conjunción constante.
4.El poder que tenemos sobre nuestra mente es limitado y no puede ir más allá de éste.
5.Por tanto, no es posible alcanzar una idea de fuerza consultando nuestra propia mente.
II
Siguiendo los principios de las ideas generales: 1) Las ideas abstractas son ideas individuales y 2) al reflexionar sobre un objeto, es imposible excluir de nuestro pensamiento los grados particulares de cantidad y cualidad, así como excluirlos de la naturaleza real de las cosas.
1.Si poseemos una idea de poder en general, podremos concebir especies particulares de esa idea y como el poder es considerado atributo de un ser o existencia, es posible situar ese poder en un ser particular.
2.El verdadero modo de concebir un poder particular en un cuerpo particular, es concibiendo distinta la conexión entre causa y efecto y poder decidir que el uno debe ser seguido por el otro.
3. Sin una idea individual no puede haber una idea general
4.La mente humana no puede hacerse una idea de dos objetos, tanto concebir una conexión cualquiera entre ellos como comprender ese poder o eficacia que los une.
5.Por tanto, hablar de un ser que posee un poder o fuerza proporcionada a un efecto, y cuando decimos que hay conexión necesaria entre objetos que depende de esa eficacia, no tenemos significado preciso alguno y no tenemos ideas claras y determinadas.
Hume dará su propia explicación basándose entonces, en la costumbre, que se da por una multiplicidad de casos semejantes experimentados.
1.La repetición de casos similares no puede por sí sola, engendrar una idea original distinta de la de un caso particular (pues toda idea está copiada de una impresión)
2.La idea de poder es nueva y original, no suerte de un solo casi ni de la repetición de varios.
3.Si la repetición ni describe ni produce nada nuevo, puede multiplicar nuestras ideas, pero no ir más allá de lo que éstas ya eran.
4.Por tanto, toda ampliación surgida de la multiplicidad de casos similares está copiada de algunos efectos de la multiplicidad, y será entendida si entendemos esos efectos.
Sin embargo, Hume se da cuenta de que hay que buscar en otro lado el origen de la idea de poder, pues no hay una producción de ideas nuevas, pero no puede descartarse tampoco porque parece ser que la semejanza produce en la mente una nueva impresión. Al analizar dicha semejanza entre los casos, la mente parece acostumbrarse a pasar de un objeto a su acompañante habitual. Este es el único efecto de la semejanza, es decir, el poder o eficiencia.
1. La idea de necesidad surge de alguna impresión.
2.Si no hay impresión transmitida por los sentidos, debe proceder de una impresión de reflexión.
3.La impresión de reflexión relacionada con el asunto es la inclinación producida por la costumbre.
4.Por tanto, la esencia de la necesidad es la costumbre.
La necesidad es algo existente en la mente y no podemos tener idea de ella si la vemos como cualidad de los objetos. Una prueba de ello es por ejemplo, las demostraciones matemáticas: la necesidad de que 2 x 2 = 4 reside en el acto del entendimiento mediante el cual consideramos y comparamos dichas ideas. La eficiencia o energía de las causas no esta ni en la divinidad, ni en las causas mismas sino que son pertenecientes al alma.
En resumen:
1. La simple contemplación de dos objetos cualesquiera no puede darnos idea de conexión entre ellos.
2.Esa idea surge de la repetición de su unión.
3.La repetición ni descubre ni ocasiona cosa alguna en los objetos, sino sólo tiene influencia en la mente, por la transición debida a costumbre que produce.
4. Por tanto, esa transición es lo mismo que la necesidad o poder, que son cualidades de percepciones, no de objetos y que son sentidos por el alma y no por el cuerpo.
Hume aclara que, usualmente, se tiene el prejuicio de que esa conexión está en los objetos y no en la mete, pero que tal creencia es producto de la misma propensión de la razón a unir las cosas, aunque en sí mismas sean contrarias o no admitan conjunción.
Y aún hay otro argumento en contra:
1.El pensamiento puede depender muy bien de las causas para poder actuar, pero no las causas del pensamiento.
2.A cada actuación le corresponde un poder, y ese poder tiene que estar situado en el cuerpo que actúa.
3.Si se quita el poder de una causa debemos atribuirlo a otra. Pero quitarlo de todas las causas y dárselo aun ser que no está relacionado de ninguna manera ni con la causa ni con el efecto resulta un enorme absurdo.
4.Por tanto, el poder o eficiencia se encuentra en los objetos y no en las determinaciones de la mente.
La respuesta de Hume ante este argumento es la siguiente:
1.Si no se tiene realmente idea de poder o eficiencia en el objeto, ni de conexión entre causa y efecto, de poco sirve probar que es necesaria la eficiencia en todas las operaciones.
2. Aún admitiendo la existencia de cualidades en los objetos (de hecho admitida por Hume), no sabemos en realidad nada sobre ellas, y aunque les llamásemos poder o eficiencia no importaría para la marcha del mundo.
3.Si hacemos que esos términos signifiquen algo de lo que tenemos una idea clara, pero incompatible con los objetos a que la aplicamos, empiezan los errores y falsedades. De igual forma pasa cuando transferimos la determinación, del pensamiento a los objetos externos, y suponemos que hay una conexión tangible entre ellos, cuando no es sino una cualidad que puede pertenecer tan sólo a la mente.
4.Respecto de la independencia del pensamiento y las operaciones de la naturaleza, efectivamente se encuentran independientes unas de las otras, sin embargo, no podemos observar realmente en ellos mismos un poder o conexión necesaria, sino que la sentimos internamente.
Lo que sucede en la mente es que, cuando un objeto se nos presenta, transmite a la mente una idea del objeto que habitualmente lo acompaña, y es esa determinación de la mente la que forma la conexión necesaria entre los objetos. El principio de unión entre nuestras percepciones internas es tan ininteligible como el que une los objetos externos y no nos es conocido más que por la experiencia. Esta no nos proporciona nunca comprensión alguna de la estructura interna o del principio activo de los objetos, sino que se limita a acostumbrar a la mente a pasar de unos a otros.
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En la última parte de la sección XIV, Hume afirma que ha llegado el momento de reunir las partes del razonamiento y formar una definición exacta de la relación causa-efecto. El orden que se tomó para dicha investigación fue, tomar los términos primero, llevar a cabo una inferencia, y después definirlos.
Pueden darse dos definiciones de esta relación: relación filosófica y relación natural.
1.“cuando examino con el mayor cuidado los objetos corrientes denominados causas y efectos, me basta un solo ejemplo para ver que un objeto es precedente y contiguo al otro; y al extender mi vista para considerar varios casos, encuentro tan sólo que objetos similares están colocados constantemente en relaciones similares de sucesión y contigüidad.”
2.“…cuando considero la influencia de esta conjunción constante, percibo que nunca podría ser objeto de razonamiento una tal relación, y que en ningún caso podría operar sobre la mente sino por medio de la costumbre, que determina a la imaginación a hacer una transición de la idea de un objeto a la de su acompañante habitual, y de la impresión del uso a una idea más viva del otro.”
Hume tomará estas proposiciones como máximas establecidas. Para finalizar con este asunto, desechará algunos corolarios, que sólo han establecido prejuicios y errores populares dentro de la filosofía.
1.-Todas las causas son del mismo tipo (no tiene fundamento las distinciones entre tipos de causas).
Nuestra idea de eficacia se deriva de la conjunción constante de dos objetos, dondequiera que esto se observe, la causa será eficiente, y donde no, no habrá causa de ningún tipo.
Si la conjunción constante está implicada en lo que llamamos ocasión, es una causa real, su no, no es relación en absoluto, y no puede generar argumento ni razonamiento alguno.
2.- No existe sino un solo tipo de necesidad, igual que no hay sino un solo tipo de causa.
La necesidad es la conjunción constante de objetos, junto con la determinación de la mente, lo que constituye una necesidad física.
Los objetos tiene que estar conectados entre sí, o no estarlo; la mente tiene que estar determinada a pasar de un objeto a otro, o no estarlo. Es imposible admitir un medio entre el azar y la necesidad absoluta.
Si la conjunción se debilita no cambia la naturaleza de la necesidad, pues ya en la actuación de los cuerpos tiene éstos diferentes grados de constancia y fuerza.
3.-La necesidad de que exista una causa para todo comienzo de existencia no está basada en ningún argumento, ni demostrativo ni intuitivo.
Causa: objeto precedente y contiguo a otro, de modo que todos los objetos semejantes al primero están situados en relaciones parecidas de precedencia y contigüidad con respecto a los objetos semejantes al último.
Causa: objeto precedente y contiguo a otro, unido de tal forma que la idea de uno determine a la mente a formar la idea del otro, y la impresión del uno a formar una idea más viva del otro.
Con base a estas definiciones podemos afirmar que no hay una necesidad absoluta ni metafísica de que todo comienzo de existencia tenga que estar acompañado por un objeto tal.
4.- No podemos aducir nunca una razón para creer que un objeto existe si no podemos formarnos una idea de él.
Todos nuestros razonamientos concernientes a la existencia se derivan de la causalidad, y todos nuestros razonamientos concernientes a la causalidad se derivan de la conjunción experimentada entre objetos, y no de ningún razonamiento ni reflexión, es la misma experiencia que tiene que darnos una noción de esos objetos y apartar todo misterio de nuestras conclusiones.